El baterista Max Roach falleció en Nueva York
El baterista Max Roach, virtuoso de la percusión y uno de los pioneros del jazz moderno, falleció el jueves en Nueva York a los 83 años, al no poder superar una larga enfermedad, según anunció el sello discográfico Blue Note.
Roach, nacido en Carolina del Norte en 1924 y criado en el neoyorquino barrio de Brooklyn, pasará a la historia como uno de los reinventores del jazz, al que dedicó toda su vida y con el que rompió una multitud de barreras musicales gracias a su peculiar estilo de tocar la batería.
Sus improvisaciones y las innovaciones rítmicas que introducía en sus composiciones y que ayudaron a definir el sonido sofisticado del bebop le hicieron ganarse un lugar importante en la historia de la música.
Genio autodidacta, destacó desde su adolescencia en los años cuarenta como uno de los aventureros que hicieron evolucionar el jazz y desafiaron los oídos más conservadores.
Su actitud aventurera se mantendría durante toda su carrera, en la que sobrepasó las fronteras del jazz, al colaborar con coros de gospel, grupos de hip hop, artistas visuales, etcétera.
Su primera actuación ocurrió a los 16 años, cuando en 1940 consiguió llenar durante tres noches un local neoyorquino como sustituto de un baterista.
Esa actuación lo llevó actuar en el mítico Milton's Playhouse del barrio de Harlem, donde coincidiría con el saxofonista Charlie Parker y el trompetista Dizzy Gillespie.
En 1944, Roach protagonizó una de las primeras sesiones de grabación de bebop junto con el propio Gillespie y el legendario saxofonista Coleman Hawkins. Con unas manos bien rápidas en la batería, Roach también colaboró con Miles Davis y la Capitol Orchestra en varias sesiones de grabación.
En los años sesenta, setenta y ochenta, el baterista consiguió, gracias a su imaginación, permanecer en lo alto con innumerables colaboraciones musicales y con la formación de varias bandas que dirigió él mismo. En los sesenta, Roach pasó a la historia al ser el primer artista de jazz en dar lecciones de música como profesor titular en la Universidad de Massachusetts.
No dejó su actividad didáctica hasta finales de los noventa, aunque permaneció activo y ofreció giras con su cuarteto hasta el 2000. Su última colaboración como compositor fue en el 2002, cuando compuso la música del documental "How to Fraw a Bunny" sobre el artista Ray Johnson.
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